Hoy es el peor día de mi vida.
Mi corazón llora lágrimas rojas, porque tú has decidido seguir tu camino sin darme la mano.
Dices que lo haces por mi bien, dices que no entiendo lo que siento por ti, dices que en tus planes no aparezco…
Hecho de menos aquellos momentos en los que me mirabas con una sonrisa y me susurrabas al oído “siempre estaremos juntos”.
¿Porque te creí en aquel momento? ¿Porque me permití confiar en ti? ¿Por qué me mentías? Acaso, ¿te burlabas de mí?
Mirando desde nuestro rincón veo a las personas enamoradas sonreírse, abrazarse, besarse… mientras yo siento esta opresión en el pecho.
Mientras estoy sentada en este mismo sitio mis amigos me llaman con un gesto quieren que me acerque, pero no se si debo hacerlo. Tengo miedo de hacerles daño, ya que tú has conseguido romper y hacer añicos la confianza y la fe que tenía depositada en las personas. No me acerco a ellos, les digo que estoy bien con una falsa sonrisa en el rostro.
Saliendo del instituto, camino sin rumbo con la lluvia como única compañía.
Y entonces sucede.
Mi cuerpo no responde, me quedo mirando hacia donde te encuentras, pero no me he quedado congelada por eso sino por ver quién te acompaña agarrando fuertemente tu mano.
Es ella, tu mejor amiga, siempre me dijiste que entre vosotros jamás podría llegar a pasar algo, pero veo que en eso también me mentiste, porque de repente ella te abraza por el cuello y te besa, las lágrimas se acumulan en mis ojos queriendo salir pero no lloraré.
Antes de que me de tiempo a salir de allí, te giras y me ves, no se porque la has empujado pero yo sin querer saber nada más, ignoro la escena y me voy caminando hasta de de repente tu mano agarra fuertemente la mía.
“¿No te das cuenta de que tu roce me hace daño?” Te digo sin girarme.
“Pero… l-lo que aca-acabas de ver, n-no es lo que parece…” Me respondes titubeante y nervioso.
Sonrío con ironía, me giro y antes de mirarte alzo el rostro al cielo, ha dejado de llover, suspiro y aún sonriendo te digo…
“No tienes que darme explicaciones de lo que hagas con tu vida, tu mismo fuiste el que decidió que aquel fuera nuestro final y ya no…”
“¡Pero me he dado cuenta de que aún te quiero!” Me interrumpes con los ojos llorosos.
Durante un instante dejo de respirar, mi corazón se acelera y aunque mi cara no muestra ninguna expresión, en mi interior hay una guerra de sentimientos luchando por salir.
Me he decidido y digo con una voz que no reconozco como mía.
“Si es verdad lo que me dices, tu castigo será ese, saber que podías haberme tenido, pero por pensar solo en tus deseos egoístas, me has perdido y ni sueñes con que volveré a estar contigo... Adiós.”
Digo todo esto sin dudarlo y segura de haber echo, por una vez en mi vida, lo correcto.
Me suelto de tu mano y me voy de allí sin que nadie me detenga, caminando tranquila y en paz conmigo misma.
Una voz me llama y me doy cuenta de que una persona se acerca corriendo sonriente hacia donde yo me encuentro y cuando llega demuestra su alegría por encontrarme con una enorme sonrisa.
Yo le sonrío de vuelta y su sonrisa se hace aún más grande todavía.
Las nubes grises se van y dejan entrar los dorados rayos de la gran estrella.
Se que tengo que dejar de pensar en ti y mientras escucho a este loco que tengo amigo, sé que seré capaz.
Porque mientras tenga a gente como el, que siempre intentará robarme una sonrisa, sé que podré conseguirlo.
Por ahora si, ha llegado el momento de encontrar mi final feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario